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Serían 36 lotes con viñedos y espacio para
casas en terrenos de la Bodega NQN.
Junto a la familia Viola, fundadora de Bodega
del Fin del Mundo, venderán lotes con viñedos a u$s 350.000 para los
amantes del vino. Ofrecen su know how y canales de venta
Bodega
de Fin del Mundo, del empresario Eduardo Eurnekian y la familia Viola,
su fundadora, acaban de lanzar el primer emprendimiento inmobiliario patagónico
con viñedos, donde los socios pueden hacer sus propios vinos junto a la
empresa.
Así, el proyecto neuquino Clos del Fin del
Mundo se suma otros countries de vino lanzados desde 2008 en Mendoza y Salta,
donde los amantes de la “bebida nacional argentina” pueden adquirir lotes entre
viñedos, construir su propia casa y contar con botellas propias.
“Mucha gente sueña con ser bodeguero, muchos
famosos tienen su bodega o vino. Decidimos abrir las puertas de la bodega para
los amantes del vino, ofreciendo nuestro know how, poniendo a disposición de
los inversores que adquieran un lote a nuestros agrónomo, enólogo y facilitando
canales de venta y contactos en el exterior, cosas que serían imposibles de
realizar de forma independiente sin desembolsar muchísimo dinero”, comentó
Julio Viola, presidente de Fin del Mundo y creador de la bodega, en 2003, en
San Patricio del Chañar, Neuquén. En 2009, se asoció a Eduardo Eurnekian, en partes iguales, y en enero de 2012 compraron
la vecina bodega NQN.
El nuevo proyecto, ubicado en un terreno
contiguo a los viñedos de NQN y Fin del Mundo, consiste en vender 36 lotes de
tierras de 3 hectáreas cada uno, de las cuales 2,5 ha. tendrán viñedos, que ya
se empezaron a implantar. El resto del terreno quedará libre para construir una
vivienda y su parque.
Para realizarlo, están invirtiendo u$s 10 millones, cifra que incluye la
plantación de viñedos, los servicios comunes (canchas de tenis, sendero
ecuestre y caballerizas, granja y huerta orgánica, entre otros) y la ampliación
de las bodegas, ya que Fin del Mundo,
con 9 millones de litros de capacidad, y NQN, de 2 millones, trabajan al
máximo. El predio ya cuenta con una posada, que pueden usar para invitados,
restaurante y salones.
“Cada lote se vende a u$s 350.000, pero
ofrecemos 10% de descuento para los primeros 10 lotes que se vendan. Se pagan
en pesos al tipo de cambio oficial, con u$s 50.000 de adelanto para reserva;
luego se completa un 50% del valor y el resto puede pagarse en cuotas hasta en
un año de plazo”, precisó Viola.
Se estiman unas expensas de u$s 5.000 anuales
los primeros años por hectárea plantada y de u$s 7.000 cuando las uvas ya se
cosechen. “Mientras los viñedos crezcan, pueden comprarnos las uvas a nosotros.
La idea es que puedan cubrir los gastos con las ventas de sus uvas o sus vinos,
a los que pueden poner su nombre, con el respaldo de Clos del Fin del Mundo
debajo”, dijo el empresario. Incluso, si lo desean, el mismo Michel Rolland
puede hacer el corte de su vino, previo pago extra, claro.
Los socios no dieron la comercialización de
los lotes a un tercero, sino que eligieron hacerla directamente ellos.
“Queremos conocer a los potenciales compradores, ver si comparten la misma
filosofía sobre el vino. Además, como trabajarán con nosotros, nos acompañarán
si quieren a ver clientes en el exterior o a visitar bodegas en zonas como
Bordeaux, Napa o La Toscana, es importante conocerlos”, destacó Viola, que
confió en vender los lotes en menos de un mes. “Recién presentamos el proyecto
y ya vendimos cuatro, dos a inversores neuquinos y dos a porteños, comentó.